Descripción
Colección Alcalima Nº 171
Primera edición: julio, 2020
© Texto: Luisa Miñana
© Imagen de cubierta: Montaje editorial sobre imágenes de © Route66 y © MclittleStock (Adobe Stock)
© Imagen de solapa: Columna Villarroya
Formato; 148*210 mm
Nº de páginas: 70
Encuadernación rústica con solapas
D.L.: TO 92-2020
ISBN: 978-84-121940-6-7
Comentario: Tras el éxito que a día de hoy sigue cosechando “Este es mi cuerpo” (Lastura, 2019), Luisa vuelve a Lastura Ediciones con este libro en el que indaga, con su brillante y conmovedor estilo, en el mundo de los mitos -clásicos y modernos- haciendo una personalísima revisión y puesta a punto adaptada a las nuevas realidades.
Saldo mínimo
Buenos días, Caronte. No eres el mismo todas las mañanas,
y eres el mismo. Yo también. O tampoco soy la misma.
Caronte, buenos días.
Saldo mínimo anuncia mi tarjeta-monedero.
He de cruzar el río, ya lo sabes. Cuántas veces hemos cruzado el río, emergiendo día a día
desde la memoria, sobreviviendo
a la amenaza lógicamente diaria de la muerte.
A veces hay que esforzarse mucho
y no pensar para volver
del sueño. Los ancianos sobre todo
temen (y algunos lo desean) que el acelerador
bajo tu pie nos empuje definitivamente
hasta la oscuridad. Todos los ancianos temen
más las fracturas de los huesos que la oscuridad.
Por su parte, los jóvenes soportan las fracturas con la
misma energía que olvidan los desengaños amorosos,
y huyen de lo oscuro porque el tiempo
sólo es visible bajo la luz.
En mi caso, Caronte, te maldigo
día tras día: te pareces a un demonio
del Bosco conduciendo el autobús de la desgracia.
Posees demasiado poder. Así que nadie se lamenta
ni grita ante los súbitos frenazos, estamos demasiado acojonados y rezamos si no nos da tiempo
a resguardarnos en alguno de los escasos asientos,
nunca suficientes para todos, y menos
aún los señalados con los signos que distinguen
a los débiles: los viejos, los discapacitados, los bebés.
Saldo insuficiente denuncia mi tarjeta-monedero.
Pero tú no te apiadas.
No recibes tu salario para tener piedad, Caronte.
Mantener el cronómetro
del tráfico girando eternamente, para eso te pagan.
Así que nunca dices nada. Escuchas la radio, como mucho, para no oírnos, desesperados, o bidimensionados en nuestra simulación de la bondad,
mientras nos conduces en tu autobús, como si fuéramos
idiotas, al purgatorio diario o al infierno definitivo.
© Luisa Miñana
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